Esta es la historia de Lihue, una chica encantadora que se ha incorporado hace muy poco tiempo a nuestro Centro Ocupacional. Víctor, su padre, nos relata en este escrito cómo ha sido la vida de su querida hija:
“Lihue fue abandonada en un parador de autobuses, cuando tenía aproximadamente entre 10 y 15 días de haber nacido. Se encontraba deshidratada y con la bilirrubina alta, por lo que fue derivada al hospital zonal. Luego de un tiempo, la trasladaron a un centro infantil. Aproximadamente tenía 25 días cuando, después de comentarnos de su existencia, la fuimos a conocer. Poco tiempo después nos otorgaron la adopción. Le pusimos por nombre “Lihue”, que en Lengua Araucana-Mapuche significa “vida/esperanza”. Lihue respondió rápidamente a los estímulos ofrecidos, se mantenía en todo momento atenta a lo que sucedía a su alrededor, alegre y dinámica. Se integró muy bien en el jardín de infantes y prosiguió su escolarización de primer nivel de manera gradual, con las adaptaciones curriculares correspondientes a su aprendizaje. Posteriormente, la mamá de Lihue y yo nos separamos, y se fue a vivir con ella y sus hermanos. Continuó su participación escolar hasta el tercer año del Secundario (estudios medios) y comenzó a participar de una asociación de discapacidad. Al cumplir 21 años comenzó a vivir conmigo en el Sur Patagónico. Volvió a escolarizarse en una escuela primaria para adultos con orientación profesional, a la que asistían otros jóvenes con discapacidad. Construimos en la escuela un espacio de oficio para estos jóvenes, donde Lihue participaba activamente, siempre de manera responsable. Tenía su entorno de amistad donde, de alguna manera, imponía sus reglas. Asistía a cursos de yoga y pintura y me acompañaba a realizar actividades de orden social, entre largos viajes y participaciones en ferias de emprendedores. Ella siempre colaboraba, pero cuando no quería, lo ponía de manifiesto. Cuando nos mudamos a Suiza le costó adaptarse, ya que el idioma era una barrera infranqueable. Ocupó parte de su tiempo en un pequeño emprendimiento que le construimos, en torno al cuidado de 8 gallinas. Se ocupaba íntegramente del mantenimiento, la limpieza y recolección de huevos; luego de limpiarlos y ponerles la fecha de producción, los ponía en sus cajas de cartón de media docena y Carolina, mi pareja, los llevaba a su trabajo, donde los vendía a compañeros que colaboraban con la compra y así Lihue ganaba su dinero. Fuimos de visita a Argentina justo en período de pandemia, donde quedó varada por suspensión de los viajes. Se adaptó rápidamente, viviendo con una de sus tías y sus dos primos, donde comenzó a formar parte de un taller de discapacidad en el que realizaban actividades recreativas, incluso formando parte de un grupo de murga. Más adelante se incorporaron actividades como promotores, y recibieron talleres formativos sobre Covid-19, así como métodos de higiene y prevención. Gracias a esto, se les llamaba para realizar controles de temperatura y desinfección en eventos locales. Prácticamente fueron dos años los que se mantuvo en Argentina y, a principios del 2022, después de una charla, aceptó volver con nosotros a Suiza para radicarnos posteriormente acá, en España.”
En el Centro Ocupacional, tanto los profesionales como sus compañeros estamos felices por tener a Lihue con nosotros, que nos regala cada día su sonrisa y su exquisita educación y, junto con su padre, nos enseña que siempre hay que luchar por alcanzar nuestros objetivos.
El coraje es la voz silenciosa del final del día que dice “mañana lo intentaré de nuevo”.
(Mary Anne Radmacher)
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