Lino, el peregrino, es un personaje ficticio que nos ha acompañado durante estos meses en el inicio y desarrollo de nuestro proyecto “Ideas Peregrinas”. Representa la figura de un peculiar peregrino que pretende recorrer el Camino Lebaniego y nos invita a ayudarlo en sus necesidades, investigando, aprendiendo y caminando juntos. Esta es la carta que nos dejó en el Centro Ocupacional y aquí os la compartimos. ¡Lino, gracias y hasta siempre!

“El manual del buen peregrino recomienda dar gracias por cada jornada, por cada encuentro, por cada experiencia vivida y estando yo en la honesta tarea de alcanzar tales bondades, me presto gustoso a ello con una mano en la pluma y la otra en el corazón.

De regreso a Santander, contemplando a través de los cristales del autobús el bello paisaje de Liébana, vienen a mí los recuerdos de este camino que hoy llega a su final.

Recuerdo con especial cariño aquel frío día de enero en el que la maravillosa gente del Centro Ocupacional acogió con gran afecto y hospitalidad a este humilde peregrino, que escribe estas líneas con sentimiento de profundo agradecimiento a todos y cada uno de estos seres maravillosos. Escucharon mi historia y mi propósito de llegar a peregrinar a Santo Toribio y no dudaron ni un momento en ayudarme e investigar sobre el Camino Lebaniego; cómo hacer un mapa que me guiase hasta mi destino, visitar los pueblos del camino, conocer sus costumbres, los oficios ancestrales de sus artesanos…Gracias a Alfonso García Oliva y su maestría trabajando el cuero, a Rafael Aranda y sus creaciones con el barro y a Evaristo Arroyo por la luz y el color de sus vidrieras.

Agradecer también a D. Ignacio Ortega, sacerdote y amigo de la Fundación que nos instruyó sobre la historia del Lignum Crucis y otras curiosidades del Camino Lebaniego. Algunas de ellas sirvieron para confeccionar una preciosa obra de teatro ambientada en mi época y que habla de todas las curiosidades que aprendimos juntos sobre Santo Toribio, Beato de Liébana y otros muchos personajes históricos. Y no sólo eso, sino que tuvieron el bonito detalle de incluir mi nombre en ella.

No hay palabras para agradecer todo lo que hemos compartido en esta «idea peregrina». Me cuidaron y me acompañaron. Hicieron suya mi ilusión por llegar a la meta y aquí estamos, juntos durante y al final del camino, cumpliendo nuestro objetivo.”

P.D.: Esperando que la vida nos vuelva a juntar y deseándoles lo mejor, continúo un nuevo camino llevándoles siempre en mi corazón. Y unas hermosas y sabias palabras se repiten en mi mente:

«Ama, acompaña y cuida a esa gente maravillosa que ama, acompaña y cuida»

 

Lino, el peregrino.